jueves, 29 de octubre de 2009

EL CALPULLI, POR IGNACIO ROMERO VARGAS

El Calpuli de Anáhuac
BASE DE NUESTRA ORGANIZACIÓN POLITICA

POR EL
DR. IGNACIO ROMEROVARGAS YTURBIDE
MEXICO – TENOCHTITLAN
1959




A nadie escapa la importancia que reviste en nuestra historia la institución política del calpulli creada por los antiguos pueblos de Anáhuac, la cual, a pesar de los cuatrocientos años que han pasado desde que los invadieron los españoles, subsiste en nuestro territorio en forma latente aunque nuestras legislaciones no la hayan reconocido explícitamente.

Cuna que fue de nuestra vida político – social, el calpulli, no sólo es importante desde el punto de vista histórico, como simple recuerdo, sino que cobra toda su actualidad y todo su valor porque en su propia estructura se encuentran las bases poderosas de un orden de justicia digno de ser considerado con atención, pues implica en si los fundamentos de un régimen de gran adelanto social al que muchos pueblos del mundo aspiran aún en la actualidad sin poder lograrlo.

Con razón los habitantes de Anáhuac pueden sentirse orgullosos de que dicha organización naciera en su patria y que sus antepasados se hayan adelantado con muchos siglos a las demás naciones del Universo en materia político – social.

Donde verdaderamente se desarrolla la vida política de un pueblo, fuera de la familia, es en la comunidad local que actualmente llamamos municipio y que los habitantes de Anáhuac llamaron calpuli; pero éste difiere de aquél en múltiples aspectos, especialmente en su régimen administrativo y gubernativo, por lo que a continuación señalaremos sus principales características, perfectamente compatibles con la vida moderna de los pueblos más avanzados de la tierra, pero especialmente del nuestro
Caracteres del calpuli
Las características propias del calpulli son las siguientes:
1.- Autonomía. El calpulli era esencialmente autónomo, o sea que su gobierno dictaba sus particulares normas basadas en las costumbres locales, con independencia de los demás calpullis, pero siempre de acuerdo con los lineamientos generales que establecía la legislación regional y federal del Estado.

2.- Autarquía. El calpulli poseía un gobierno propio emanado de sus miembros conforme a las normas particulares establecidas en cada calpulli.

3.- Autosuficiencia. O sea que el calpulli podía bastarse a si mismo con sus propios recursos económicos ya fuera agrícola o industrial y humanos, con su personal particular

4.- Territorialidad, porque para poder llenar sus funciones el calpulli necesitaba poseer en propiedad soberana una fracción del territorio rural o urbana

5.-Federalidad, pues formaba parte activa de una unión regional que lo incorporaba a la gran entidad del estado, por lo que tenía también dos representantes ante el gobierno federal del Estado.



Régimen de gobierno

Toda determinación concerniente al gobierno del calpulli era tomada en asamblea, ya sea general o del consejo del mismo, presidida por dos jefes: el administrador y el ejecutor.

El administrador iniciaba la asamblea exponiendo los motivos de la misma y los problemas o casos que debían resolverse. Seguía la discusión entre los miembros exponiendo cada cual sus puntos de vista por eliminación de problemas hasta llegar a un acuerdo.

El ejecutor terminaba tomando la decisión final que interpretaba la voluntad de la asamblea en relación con las costumbres tradicionales.
Aceptada la determinación por la asamblea, el ejecutor tomaba las medidas necesarias para hacer efectivo su cumplimiento inmediato.

Había dos Asambleas Generales
Una de hombres y otra de mujeres constituidas por todos los miembros del calpulli mayores de dieciocho años.
Estas asambleas eran independientes una de otra, regían acerca de lo concerniente a sus respectivos miembros, aunque se comunicaban sus respectivas determinaciones para conservación del orden y armonía en el calpulli.
Estas asambleas se reunían cada año en un día de fiesta señalado o en caso extraordinario, por convocatoria especial del consejo de gobierno.
En dichas Asambleas Generales se trataba fundamentalmente de la elección de funcionarios o de la resolución de problemas de interés general, entrega de parcelas, etc.
El consejo del calpulli.
El órgano ordinario de gobierno del calpulli era el consejo de prudentes, quien fungía como autoridad permanente y tomaba a su cargo toda resolución. Dicho consejo era también encabezado por los jefes antes mencionados y operaban del mismo modo que como se ha dicho anteriormente acerca de la Asamblea General.
La elección y remoción anual de consejeros nunca se hacía por mayor número de una tercera parte del total de consejeros, quienes podían ser reelectos. El consejero del calpulli determinaba quiénes debían ser substituidos por los recién electos, tomando en consideración para ello la capacidad y eficacia de cada uno de sus miembros.

Funcionarios del calpulli.
El administrador:
Tenía a su cargo el régimen de bienes del calpulli en su parte administrativa: distribución de bienes, vigilancia del orden y justicia, el cuidado de lo recaudado por concepto contribuciones, los almacenes, la cárcel; hacer el estudio de los problemas de bastos, saneamiento y obras públicas; recibir las quejas del público, etc.
El ejecutor
Realizaba las órdenes del consejo, entre otras cosas se ocupaba del cobro de contribuciones que debía entregar al administrador, disponer el modo de realizar las faenas públicas, ordenar las aprehensiones,
ejecutar las sentencias judiciales, dirigir la ejecución de las obras públicas y encabezar la fuerza armada local en caso de guerra, etc.
Igualmente eran electos por la Asamblea los dos representantes del calpuli ante la asamblea de la región.
Cada calpulli elegía cada año a dos jueces, generalmente hombres experimentados de conducta intachable; cada cual tenía un ejecutor de órdenes. Los jueces recibían con regularidad a los vigilantes de familias para enterarse de la situación que prevalecía en la población, no sólo solo el conservar el buen orden y armonía que debía prevalecer entre las familias , prevenir y evitar la comisión de delitos, sino también el informarse de la situación económica de las mismas y proveer lo necesario con el objeto de evitar el desequilibrio económico, reprimir la vagancia, la ociosidad o los vicios del estado de irresponsabilidad de algunos miembros del calpulli con respecto a las obligaciones familiares.
Los demás funcionarios del calpulli eran nombrados por el consejo del mismo de acuerdo con las circunstancias particulares del caso. Estos podían ser: los ejecutores o alguaciles, el almacenistas o tesorero, los escribanos, el registrador, los dos jefes de maestros y de maestras encargados de la educación, los médicos que atendían la clínica y a los enfermos, los artistas a quienes se confiaba el ornato de los lugares públicos; finalmente, un grupo de sabios, prudentes o ancianos era el encargado de enseñar a la población, ya en las escuelas o en actos públicos del capulí.
Todos los miembros del calpulli tenían la obligación de contribuir al desarrollo del mismo en la forma determinada por la autoridad de acuerdo con las circunstancias particulares de cada familia o individuo; a la vez el calpulli debía proveer lo necesario para que sus miembros tuvieran un modo honesto de vivir mediante la justa distribución de bienes y beneficios de acuerdo con las necesidades de cada quien.

Los cargos públicos podían declinarse antes de tomar posesión de ellos y en forma justificada, pero no una vez aceptados. Los funcionarios podían ser destituidos por justa causa mediante resolución tomada por el Consejo o por la Asamblea General del calpulli en su caso.
Los trabajos públicos se ejecutaban en orden rotativo; estaban exentos de los mismos quienes tuviesen cargo que les impidiese dicha labor o los que por circunstancias especiales fuesen declarados exentos: enfermedad, etc.
Cada calpulli tenía a su cargo tanto la educación de todos sus miembros como el cuidado de los enfermos y la ejecución de las obras públicas de necesidad local.
Los jóvenes mejor dotados eran enviados a su perfeccionamiento a los centros técnicos y de estudio de la región o del Estado.

Régimen de propiedad del calpulli.
Los bienes inmuebles eran propiedad del calpulli; por consiguiente los miembros del mismo tenían preferencia en el goce de sus bienes, al menos que fuesen de utilidad general del Estado y estuviesen cargo de éste, como ciertas grandes empresas, obras de utilidad general, etc.
Cada jefe de familia tenía derecho a tener su casa o a edificarla adecuad a sus necesidades, los vecinos en tal caso colaboraban en su construcción de acuerdo con las disposiciones del consejo de prudentes.
Las joyas y bienes muebles eran propiedad de quienes los poseyeran por legítima adquisición, así como el operativo era dueño de las obras que ejecutara y el trabajador del producto de su trabajo.
La construcción de casas y edificios estaba sujeta a reglamentación y aprobación del Consejo de Gobierno para evitar la anarquía o el desequilibrio social y económico.
Como se desprende de lo anteriormente escrito, la propiedad de las tierras cultivables era del calpulli, quien lotificaba parte de ellas par sustento de cada una de las familias que lo constituían. El resto de dicha tierra era de utilidad colectiva, cultivadas y aprovechadas por el calpulli. Las tierras de los funcionarios eran también objeto de cultivo por el servicio comunal.
La contribución se tasaba por medio de un pacto especial entre el calpulli y el gobierno regional tomando en cuenta el monto del pacto que l región tuviese con el Estado Federal y atendida la capacidad económica del calpulli con respecto los demás de la región. La aportación por concepto de contribución era en trabajo humano para el servicio del Estado o en bienes que actualmente se traducirían en dinero.
Las diferentes clases de calpullis.
Había tres clases de calpullis:
1.- El calpulli rural, de tipo agrícola, que fundamentalmente vivía de la agricultura y ahora sería también de la cría de ganado; consistía en la agrupación política de familias dispersas en el territorio con el fin de ocuparlo todo, cuyas casas se encontraban unidas por veredas a un centro de carácter ceremonial, político y económico donde estaba el asiento del gobierno. En este centro llamado calpulco, lugar del calpulli, estaban: l casa de gobierno, el centro ceremonial del pueblo, el mercado, los almacenes, el juzgado, la cárcel, el registro público, las escuelas, la clínica y un asilo de desamparados.
2.- El calpulli urbano, de tipo industrial o gremial, en que a manera de nuestros barrios, vivían en casas agrupadas, unidas por calles o canales, cuyas industrias unidas, trabajaban en forma cooperativa o gremial; sus jefes formaban parte del consejo del calpulli y siempre estaban en relación con otro calpulli de pochtecas o comerciantes para la distribución de sus productos. He aquí porque prevalece en México hasta la fecha l tendencia de agrupa en un calle o barrio a los comerciantes o productores de una misma industria, contrariamente a la costumbre europea de establecer zonas de protección comercial a sus establecimientos.
Estos calpullis estaban organizados de acuerdo con los lineamentos generales de los anteriores; pero se regían por normas adecuadas a sus necesidades y circunstancias particulares de su natural desarrollo.
3.- El calpulli mixto, era aquél que aunque estaba en gran parte concentrado en el barrio de una ciudad, poseía tierras y practicaba diversas industrias agremiadas y unidas políticamente.
Estos calpullis regidos por leyes adecuadas a su propia naturaleza, estaban organizados políticamente en forma similar a los anteriores tomando de unos y otros las normas propias a su desarrollo.
Excelencias del calpulli.
Por sus propias excelencias y vitalidad, a pesar de todas las vicisitudes que ha sufrido, ya por incomprensión de los malinchistas o por deseos de destrucción de los europeizantes, el calpulli ha demostrado en nuestra vida política a través de la historia el poder de sus virtudes sobreviviendo hasta nuestros días, y es porque en si es una institución extraordinaria, verdadero baluarte de las libertades del pueblo y constituye el medio indispensable del desarrollo de la vida política y económica de Anáhuac
Muchas son las razones que determinaron la superioridad del calpulli sobre lo que determinaron la superioridad del calpulli sobre lo que hemos llamado “municipio”.
Por una parte responde el calpulli al desarrollo natural de la organización y de la vida de nuestro pueblo, en tanto que el municipio obedece a un transplante de una institución extranjera impuesta por la fuerza de las armas y como medio de destruir y de suplantar las instituciones existentes en Anáhuac.
Mientras el municipio tiene por base y origen un firmán o ukase arbitrario que toma por fundamento principios artificiales, tales como el amontonamiento ocasional de casas o de habitantes, el calpulli sienta sus cimientos sobre principios económicos y sociales del desarrollo del pueblo.
Mientras el calpulli sigue subsistiendo a pesar de no ser reconocido por nuestra legislación, el municipio lleva una vida raquítica y azarosa a pesar de la determinación legal de su existencia.
El calpulli se organizó sobre la base a la vez democrática porque es oriundo del pueblo, social y aristocrática en cuanto que es él, el grupo selecto, el que gobierna como una autoridad, en tanto que el municipio impuesto por los invasores españoles puso el acento sobre el gobierno de un “presidente municipal”, prestándose a la formación de tiranillos aprovechados, verdaderos caciques, que también de invención española, que equivocadamente se dice que son de origen indígena.
La ventaja del sistema de gobierno del calpulli es evidente, pues bien se sabe que es fácil que un jefe audaz y ladrón llegue a apoderarse del poder público y usarlo a beneficio y provecho propio como acontece a menudo en nuestros municipios; pero es difícil encontrar un grupo constituido en asamblea en el que todos sus miembros quieran tiranizar al pueblo y robarlo.
La variedad infinita de aspectos y modalidades que puede adoptar la forma del calpulli, adaptable a todas las circunstancias que se pueden presentar en la práctica, debido sus características al principio señaladas, lo torna en todos los sentidos superior al municipio, por el carácter rígido que a éste le imprime la ley además de no ser producto espontáneo del pueblo, sino que fue objeto de importación impuesta por la fuerza por los invasores españoles aunque adoptada por ignorancia en nuestras constituciones.
El esfuerzo común, el bienestar económico y moral, la educación y el desarrollo de la vida del pueblo son los fundamentos del calpulli, en tanto que los del municipio, reliquia de anhelos medievales, son los intereses particulares muchas veces encontrados, por lo que su vida artificial se ve siempre sujeta a movimientos demagógicos provocados por los compradores de votos y usurpadores audaces del poder público, quienes en la jerga popular son llamados “políticos”, los que en la mayoría de los casos son seres advenedizos y los más deleznables de la sociedad, aunque suelen ser muy hábiles en lucrar en provecho propio.
El ejido español, verdadera tierra de nadie de la que todos sus miembros podían a su modo gozar, en ninguna manera corresponde al concepto que los anahuacas tenían acerca del calpulali, tierra comunal del calpulli, la que en realidad era de todos y en la que todos debían participar con su trabajo para beneficio de todos y de cada uno de sus miembros. Tal matiz que diferencia a dichas instituciones de modo fundamental es uno de tantos aspectos que han determinado el fracaso de nuestro actual sistema agrario, matiz que nuestros legisladores no pudieron aquilatar por el afán malinchista de querer siempre imitar lo ajeno sin querer investigar, porque no aprecian lo nuestro.
En todos sentidos nuestro calpulli responde a necesidades de humana convivencia en tanto que las instituciones importadas de otros países se deben a cuadros formados de antemano por una lógica extraña a lo nuestro, artificiales y teóricos, o l menos son producto de circunstancias diferentes a las nuestras, por lo que son impuestos a nuestra realidad por un deseo poco justificado de imitar lo ajeno, sistema condenado a tener poco éxito en la práctica por no ser fruto de l vida y de las necesidades de la población. Tal es entre otras la razón por la que nuestra democracia sea tan sólo una ficción de democracia pues en realidad no lo es por haber sido impuesta con modalidades extrañas a lo nuestro, ya que se implanto por la fuerza de las armas primero y por la estulticia del legislador después y por no responder al desarrollo natural nuestro ni a la evolución del pueblo mismo, quien es el que debe vivir, promover y hacer florecer las instituciones.
Conclusión
Si después de más de cuatrocientos años de haber sufrido las consecuencias brutales de la invasión español no hemos podido recuperar nuestra verdadera independencia política, económica, social y sobre todo cultural, es porque en vez de estudiar lo nuestro y volver lo nuestro considerando la realidad nacional, nos hemos dedicado querer adoptar el pensamiento extranjero creado con otros propósitos y para otros fines en u n esfuerzo vano de asimilación ml digerida que solo nos puede llevar al mundo risible de la caricatura.
Es tiempo ya de abandonar espejismos y de no incubar ilusiones, preciso es volver a recuperarnos nosotros mismos, retornemos a ser lo que somos sin temor a la verdad, dejemos a un lado el convencionalismo vano que consiste en creer que mucho alcanzaremos fingiendo ser lo que no somos. La única forma de progresar es reconocer la realidad y seguirla con valor.
Sólo pretenden rechazar su propio ser los descastados y los que menosprecian su propia naturaleza, los que traicionan, los serviles. Para progresar se requiere partir de una base positiva, saber lo que se es y desarrollar con esfuerzo sus propios talentos sin apartarse de sus naturales recursos y aprovechando todas las posibilidades que puedan presentarse.
Sin duda alguna será imposible sacar algo de la nada; pero felizmente no es el caso nuestro, pues en nuestros pueblos de acuerdo con nuestra realidad histórica podemos encontrar todos los elementos necesarios para realizar con ellos la metamorfosis más extraordinaria que pudiera anhelar toda nación sin apartarnos de nuestro propios designios.
Para ello necesitamos reestructurar nuestra organización política tomando como fundamento los principios que nos legaron nuestros padres, los primeros habitantes de Anáhuac, conformándolos a las necesidades que requiere el actual desarrollo de nuestro pueblo, pero siempre con su anuencia o sea tomando en cuenta su propio sentir, su idiosincrasia, para exaltar y sublimar nuestros propios valores y luchar dentro de este programa con denuedo hasta lograr ocupar el puesto delantero que nos corresponde en el campo de la cultura y en el consorcio de las naciones.
Solo mediante el esfuerzo de toda la población realizando en el calpulli es como se podrá lograr el orden, la educación de todo el pueblo y la supresión de los hambreadores y detentadores injustos de la riqueza del país.
No hay que olvidar que pertenecemos a un pueblo viejo y sabio a quien por ignorancia hemos impuesto el castigo de ingresar a la escuela primaria de Europa. Por sabido se calla que allí no logrará provecho alguno porque su destino es otro por sus designios en la historia de este mundo.
El calpulli es la institución que ofrece mayores garantías de vida para los pueblos de Anáhuac; su forma de gobierno dirigido por un consejo de prudentes con dos autoridades al frente, presenta el mejor modo de acabar con los cacicazgos oriundos de España, con sus métodos de cohecho y de abuso de autoridad; su vez el régimen de bienes del calpulli libera al país de la lacra social del enriquecimiento desmedido de los acaparadores y hambreadores del pueblo a que se ha hecho alusión con anterioridad.
De la adopción del calpulli para nosotros depende la implantación de un verdadero régimen de justicia social y de seguridad nacional. Por lo que, sin temor podemos proclamar que así como el grito agrario fue el de “TIERRA Y LIBERTAD”, el nuestro debe ser ahora “AL CALPULLI”. SI antaño se estableció el principio de que “la tierra debe ser de quien la trabaja”, ahora nos corresponde determinar que “la propiedad del calpulli debe pertenecer a sus miembros”. Si en aquel entonces sólo se pretendía combatir el latifundio rural, en la actualidad se impone con evidencia la necesidad de destruir además el latifundismo urbano de los acaparadores y el latifundismo industrial de los monopolios, verdaderos asesinos del pueblo.
Volver a los lineamientos del calpulli es volver a la democracia, el resurgimiento de Anáhuac ante el Universo.
Unámonos los anahuacas clamando:
“¡TIAHUI, TIAHUI ¡”
¡ADELANTE¡ ¡ ADELANTE¡
Es la voz del progreso y de la patria.
México, D F., Noviembre de 1959.
Dr. Ignacio Romerovargas Y.

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